Por segunda vez en mi vida estoy metido en la vorágine de preparar una obra de teatro; el simple recuerdo del último estreno compensa todos los esfuerzos de aquella ocasión, que no fueron pocos, y espero que en el futuro me suceda lo mismo con lo que ahora ensayo. Me gusta del teatro la posibilidad de ser alguien distinto durante una hora, el crear una persona nueva que nace de un simple texto; dotarla de una imagen pero también de un movimiento, de una actitud, de un sonido, convertir unas palabras en seres con vida propia.
Pero el teatro tiene algo mucho más importante que uno nunca llega a asimilar por completo: las reacciones que produce en el espectador; siendo cada persona un mundo lo son también sus respuestas ante una actuación teatral; lo que dices y lo que haces será interpretado en función de las circunstancias del que lo ve, sus conocimientos, sus recuerdos, sus inquietudes, todo influirá para que cuando caiga el telón se lleve a casa una sensación única y que será distinta en cada caso.
Pero si hay un teatro que realmente pueda sacar todo el jugo al carácter de un espectador es el “teatro de calle”, el de verdad y no algunas cosas que se ven bajo esa denominación de “performance”. A todo lo dicho sobre lo que influye en la respuesta de un espectador hay que añadir la sorpresa y el espacio; cuando uno entra en un teatro su predisposición viene dada por lo leído en torno a la obra, por el conocimiento que se tenga de los actores que la representan o simplemente por que van por compromiso, pero cuando nos encontramos de repente una actuación en la calle todo cambia; el actor puede jugar a mezclar teatro y realidad, puede obligar al espectador a que se detenga y medite sobre lo que ve, puede provocar en él miedo, ternura, tristeza, sorpresa y todo ello de repente, sin previo aviso; puede llevarlo a otra realidad de golpe para a los pocos minutos devolverlo a la suya.
Como todo buen teatro, este necesita de un buen libreto, esfuerzo de los actores, un trabajo serio para que se vea compensado con la reacción del publico; como muestra os quiero dejar un vídeo al que se le puede, en mi modesta opinión, aplicar lo dicho; ejemplo de espectador que marcha para casa sabiendo que ha visto algo irrepetible es el policía que pide ayuda y que le contará a sus nietos lo que le sucedió un día en su trabajo.
Una cosa más, aunque cuelgo el enlace con youtube el vídeo lo encontré en el blog “O mundo de pixman”.
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