No diría yo que me siento mayor pero si tengo claro que las cosas han cambiado bastante desde mi infancia; supongo que mis padres pasarían por un sentimiento parecido en cierto momento de su madurez pero eso no me consuela ni me tranquiliza. Desde hace mucho años cuando me encuentro con alguien que tiene las cosas demasiado claras le propongo el siguiente caso: “si dividiéramos la tierra en dos partes colocando a un lado todo lo que esta bien y al otro todo lo que esta mal, ¿como sabría un extraterrestre, que nunca se pasara por aquí, cual era cual?”, lo que nos parece a veces evidente no tiene por que ser asi para el otro. Viene a cuento lo antedicho por el preestreno en Madrid del último capitulo de “sin tetas no hay paraíso”; cuando yo era pequeño siempre quería ser Curro Jimenez, Robin Hood, Luck Skywalker o Han solo, siempre el bueno y nunca el malo, pero en dicho estreno el más aplaudido fue “Duque” un traficante que pone la pasta para que la novia se opere; ya decía Sabina que las niñas ya no quieren ser princesas, pero de eso a pensar que “sin tetas no hay paraíso” ,como la protagonista de la serie, va un trecho.
Puede ser que me esté volviendo viejo o que me llegue con defender la legalización de la maría para cubrir mi cupo de rebeldía, pero reconozco que esta juventud me supera. Ser malo de los buenos, de los que están forrados y viven a todo trapo, estaba bien cuando comenzaba la película pero con los títulos de crédito salías pensando en ser el héroe. Supongo que debí de darme cuenta que algo no funcionaba cuando de Falcon Crest todo el mundo se quedaba con Richard y Angela Channing y al pobre de Chase Gioberti nadie le hacía caso.
Aquí os dejo la visión de Un pingüino en mi ascensor de la televisión en esta “televisión star”.
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